Una banda lituana pagaba desde España a políticos de su país

Esclavos para recolectar naranjas y de paso financiar con su trabajo la formación de un partido político en Lituania, su país de origen. Son las víctimas de la red de crimen organizado lituana desmantelada en Valencia por la Policía. Los agentes de la Udev Central y de la Jefatura Superior de Policía de Valencia han desmantelado la organización «o» liderada por el sanguinario Vaklovas Vaikevicius, que durante una década ha reclutado a los parias de su ciudad, Sauliei, y los ha traído mediante engaños a España. Hay nueve detenidos, ya encarcelados.

Los trabajadores eran controlados por los capataces de la organización, que los hacinaban en pisos de Gandía y otras localidades cercanas en Valencia (solían tener un baño para diez personas) y los colocaban en la cosecha de cítricos al servicio de empresarios poco escrupulosos. Les cobraban el alquiler, la manutención e incluso las herramientas para trabajar. En bruto su salario mensual no llegaba a los 200 euros. De ahí aun se les descontaba una parte que iba a parar a la «Casa de Ámbar», una tapadera de ONG que en realidad se dedicaba a financiar la creación del Partido de la Diáspora, un partido político que tenía previsto presentarse a las elecciones lituanas en noviembre y que se estaba financiando con los beneficios del crimen organizado.

«Bulotiniani» contaba con otra rama criminal especializada en asaltar chalés. Su nivel les permitía entrar en cinco casas la misma noche, una vez estudiados los objetivos. En los registros realizados se han encontrado joyas, televisores, ordenadores y electrodomésticos, procedentes de los saqueos.

Lazos con la mafia rusa

El cabecilla de la organización criminal trabajaba en sintonía directa con otro lituano, Tolocka, jefe del grupo de «las Serpientes», uno de los grupos criminales lituanos más potentes, dedicado al tráfico de drogas en el norte de Europa y con importantes alianzas con las mafias rusas. Estas bandas lituanas llevaban una década asentadas en nuestro país. Uno de sus métodos era partir las piernas a martillazos a los trabajadores y simular un accidente de tráfico para cobrar el seguro.

El grupo llevaba actuando en nuestro país más de una década en toda la zona mediterránea, Comunidad Valenciana, Murcia, Almería y Málaga.

Fuente: ABC.es

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