Elisa Ventura, de 92 años, lo había dado todo por su hijo para aliviar la enfermedad mental que sufría, pero Jesús Perepérez degolló con un cuchillo a su madre y luego se entregó a la Policía. Los vecinos de las viviendas cercanas al número 76 de la calle Hort dels Frares de Alzira, donde tuvo lugar el crimen a primera hora de la mañana de ayer, aseguraron que el homicida, de 50 años, estaba obsesionado con el dinero y la herencia que recibiría de su anciana madre.
Ayer, tras escaparse del centro psiquiátrico de Sueca donde estaba ingresado, acabó con la vida de su progenitora. En concreto, estaba siendo atendido en el Centro Específico para Personas con Enfermedad Mental Crónica que impulsa la Fundación Comunitat Valenciana Santos Andrés, Santiago y Miguel.
Unos minutos más tarde de las siete de la mañana del domingo, como todos los días, Francisco Lara, el propietario del bar Elimar, situado a muy pocos metros de la vivienda donde vivía Elisa, se encontró con Jesús cuando se disponía a abrir su establecimiento. «Me ha dado los buenos días con normalidad. No parecía que tuviera mucha prisa», explicó Francisco con el rostro cariacontecido. «Tampoco llevaba ninguna mancha de sangre», añadió.
Pero lo que no sabía en ese momento este hombre es que Jesús, apenas hacía unos minutos, había matado a su madre tras degollarla con un cuchillo. Después, el homicida se dirigió a la comisaría de la Policía Nacional de Alzira, donde confesó el crimen. Dos agentes de la Policía Nacional y el médico del centro de salud acudieron con urgencia a la casa de Elisa y comprobaron que la anciana estaba muerta. Minutos después, Jesús fue detenido por un delito de homicidio.
Según los vecinos, la anciana vivía un auténtico calvario por el comportamiento agresivo de su hijo, el menor de tres hermanos. «Tenía problemas con ella, le pagaba y amenazaba a veces», aseveró Francisco. Otro vecino declaró que Jesús «era agresivo de toda la vida» y había coqueteado con las drogas. Esto no era obstáculo para que, en sus momentos de lucidez, fuera todo un portento con las matemáticas. «Cuando se medicaba era una persona lúcida e incluso educada, pero a veces perdía la cabeza», explicó el hombre.
Según la versión ofrecida en la mañana de ayer por la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Paula Sánchez de León, este hombre se había escapado del centro psiquiátrico en Sueca. Tras asistir al acto de celebración del Día de la Policía de la Generalitat, Sánchez de León señaló que el crimen fue «consecuencia» de la enfermedad mental del hombre.
Otra tragedia en la familia
La vida de Elisa estuvo marcada por otra desgracia. Tras la muerte de su marido -trabajador de una empresa de transportes en Alzira- en un accidente de circulación ocurrido varias décadas atrás, la mujer tuvo que asumir la educación de sus tres hijos.
Los dos mayores, Jorge y Bernardo, desarrollaron sólidas carreras profesionales y continuaban tratando de enderezar el comportamiento de su hermano pequeño, incluso pagando los tratamientos. Bernardo, el mediano de los hermanos Perepérez, es un reconocido arquitecto que fue, entre marzo de 1988 y marzo de 1992, director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia, y es catedrático del Departamento de Construcciones Arquitectónicas en la Universitat Politècnica de València. Jorge, el hermano mayor, es economista.
Además de su avanzada edad, Elisa tenía un delicado estado de salud. Los vecinos recordaron que muchas veces la veían por la calle con un andador rojo. Enfrentándose a estos problemas, decidió seguir viviendo sola pese a que residía en un primer piso sin ascensor. Elisa se defendía bastante bien. A veces venía una joven para ayudarle en las labores de casa.
El propietario de una frutería cercana dijo que la anciana acudía a comprar a su tienda en muchas ocasiones, aunque Elisa no le contaba los problemas que tenía. Con quien sí se desahogaba era con una vecina, Remedios Román, a quien le confesó que su hijo Jesús le pegaba. «Me decía que le daba muchos palos y le amenazaba para que le diera dinero. Elisa se desvivió por su hijo, incluso vendió algunas fincas para pagar los tratamientos de Jesús porque ella se apañaba con poco. Es una desgracia muy grande», manifestó Remedios.
Y es que mejorar el estado mental de Jesús se había convertido en una prioridad para Elisa y su familia. Hace varios años, el homicida hirió con un arma blanca al dueño de un bar de Alzira después de que la víctima le reprochara su actitud en el establecimiento. El grave incidente marcó un antes y un después dentro de la familia a la hora de estar cerca de Jesús, para evitar que hiciera daño a más personas, pero, desgraciadamente, no pudieron impedir que ayer matara a su madre.
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