“Ya nos lo había dicho antes: ‘Un día voy a matar a un africano’. Nosotros lo tomábamos a broma. Pero al final lo ha hecho”. Massé se concentró ayer junto a un centenar de compatriotas en la calle donde, pasadas las 17.00 horas de ayer martes, un amigo suyo, el senegalés Ibrahima Dyey, murió abatido por el disparo de un hombre tras una discusión. “Queremos que se haga justicia y que esta familia pague por lo que ha hecho”, remacha Massé. Los Mossos d’Esquadra habían detenido anoche a dos personas por su implicación en los hechos y en la mañana de este miércoles han detenido a otras dos personas relacionadas con el asesinato. Todos son de etnia gitana.
El crimen ocurrió en el barrio del Besòs de Barcelona tras una discusión a propósito de una pelota. Un grupo de senegaleses estaba jugando un partido callejero en una zona casi peatonal y poco transitada. Según fuentes policiales, un vecino de esa calle exigió a los senegaleses, de muy malos modos, que dejasen de jugar. Se inició entonces una discusión. El hombre, de etnia gitana, subió a su piso y bajó poco después armado con una pistola y acompañado por dos de sus hijos, uno de los cuales salió a la calle también con un arma de fuego. Su hermano llevaba un objeto contundente. Padre e hijos acumulan numerosos antecedentes policiales, según fuentes policiales.
La discusión se reinició bajo el edificio con un grado mucho mayor de tensión. Entonces apareció en escena Ibrahima, que según diversos testigos no había participado en la primera disputa y ni siquiera estaba jugando el partido. Según esas mismas fuentes, el hombre, de 31 años y residente en Barcelona desde hace tres, había acudido a visitar a un amigo cuando se encontró la pelea. Intentó mediar. El padre disparó contra él y la bala impactó en el pecho del senegalés, que fue trasladado al hospital de Sant Pau, donde murió poco después.
Tras el disparo, el padre y los dos hijos se refugiaron de nuevo en casa. Un grupo cada vez más numeroso de senegaleses que habían presenciado los hechos intentaron darles caza. La puerta del bloque de la familia gitana apareció anoche con los cristales rotos. Según fuentes policiales, un grupo de compatriotas del fallecido accedió al interior de la portería y subió hasta el piso de los agresores, que permanecieron encerrados.
Tras el disparo, el padre y los dos hijos se refugiaron de nuevo en casa.
Fue el momento más crítico de la jornada, admiten fuentes policiales, ya que coincidieron en el mismo bloque una familia armada y un grupo de personas que querían vengar la muerte de su “hermano.
Los Mossos d’Esquadra acudieron al lugar de los hechos y evitaron que las escenas de tensión derivaran en una tragedia. Tras la llegada de la policía, un grupo de jóvenes enfurecidos por lo que acababa de ocurrir volcó contenedores en el suelo y destrozó las lunas de tres vehículos, según explicaron testigos presenciales. Los antidisturbios de la policía autonómica cargaron para dispersarles.
Las calles del Besòs permanecieron tomadas desde entonces por los antidisturbios, mientras un centenar de senegaleses seguían concentrados y exigiendo justicia. Entre ellos, Massé: “Este hombre \[el autor del disparo\] es un racista. Todo el mundo en el barrio le tiene miedo”, denuncia. También recuerda emocionado a su amigo. Explica que Ibrahima tiene mujer e hijos en Senegal y que, como ninguno de los dos tenía trabajo, hablaban durante muchas horas.
Los senegaleses, que tienen un fuerte sentimiento de comunidad, se concentrarán hoy de nuevo, en el mismo lugar, para mostrar su solidaridad con Ibrahima y rechazar a los agresores. “Tenemos que venir con calma, sin destrozar nada”, dice uno de ellos. “Hay que matar a los gitanos como a perros”, replica otro a gritos.
Los Mossos detuvieron en la tarde de ayer a los dos hermanos y anoche ultimaban, según fuentes policiales, la identificación del padre, que es el presunto autor material del disparo. Esta mañana han detenido a otras dos personas relacionadas con el crimen.,
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