El puerto de Valencia continúa siendo la gallina de los huevos de oro para los mercaderes de la cocaína. De hecho, expertos policiales en la lucha contra el tráfico de drogas a gran escala consideran que la ruta valenciana sigue gozando de una excelente salud y se mantiene como la vía de entrada de cabecera a la hora de introducir su mercancía en los mercados europeos.
Esta misma semana, el máximo responsable policial de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) central, Ricardo Toro, afirmaba contar con indicios que permitían deducir el retorno de las rutas más clásicas: las gallegas. Según Toro, los grandes productores colombianos de cocaína habrían iniciado ya conversaciones con los narcos gallegos más renombrados para tratar de reactivar las viejas rutas que permitían traer a las costas del noroeste español cargamentos de varios miles de kilos de esa sustancia a bordo de pesqueros que partían de discretos puertos de Suramérica. A la altura de las Azores, las redes gallegas se hacían cargo de la mercancía con sus propias embarcaciones y las desembarcaban después en sus recovecos de las Rías.
Los sucesivos golpes policiales entre mediados de los años 90 y de la pasada década llevaron a los capos colombianos de la coca a buscar nuevas alternativas: así idearon la introducción de partidas menores ocultas en los contenedores que traían mercancía a los puertos españoles. El más rentable, por tamaño y capacidad de extracción de la droga, fue el valenciano.
El vuelco hacia las rutas de los contenedores comenzó a partir de 2005, pero se intensificó definitivamente en 2007. Ese año, los muelles valencianos fueron el escenario de la incautación de 3.230 kilos de cocaína. Para hacerse una idea, esa cantidad supuso el 60 por ciento de la cocaína interceptada en contenedores en todos los puertos españoles. Y así ha seguido siendo hasta la actualidad.
De hecho, los responsables operativos de la lucha antidroga en la policía nacional consideran que la ruta valenciana continúa estando "en plena vigencia".
Admiten, eso sí, que hay un evidente descenso en las incautaciones, tanto de las derivadas de investigaciones policiales sobre bandas organizadas detectadas, como las que se producen como consecuencia del análisis que realizan los especialistas de la Agencia Tributaria a través de la Unidad de Análisis de Riesgos (UAR) o los de la Oficina de Análisis e Investigación Fiscal (Odaifi) de la Guardia Civil.
Grandes precauciones
La razón, según esas fuentes, no es el abandono de esta vía de introducción, que sigue generando "grandes beneficios a los narcotraficantes", sino las precauciones que toman los dueños de la mercancía para evitar su pérdida.
"La crisis les afecta como a todo el mundo, y en los últimos años las aprehensiones han sido muy elevadas. Además, intentan evitar como sea los impagos y ya no se fían entre ellos como antes". Por esa razón, ningún capo que se precie envía ya un cargamento a la ligera. Antes del gran "paquete", envían oleadas de contenedores de prueba y sólo lanzan el "bueno" cuando constatan que la vía es segura y que los distribuidores han abonado una buena cantidad por adelantado.
Incluso han aparcado el envío de grandes cargamentos por el sistema del gancho perdido, que consiste en hacer llegar el alijo dentro de un contenedor con mercancía legal cuyo importador desconoce por completo la utilización que de su mercancía hacen los narcos. Era un método de bajo coste, pero de alto riesgo, a juzgar por los cientos de kilos aprehendidos por los especialistas de Aduanas este año y el anterior a partir, básicamente, del análisis del origen y del flujo comercial de las empresas susceptibles de ser parasitadas por los narcos.
Fuente: Levante-Emv
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