Familias de la zona de Bonanza, con mujeres y niños incluidos, acorralan
a un agente de Vigilancia Aduanera en pleno día y se llevan entre 70 y
80 fardos de una neumática interceptada en la playa
"Una cosa como esta no la he visto en mi vida", decía ayer a este
periódico Santiago Villalba, experimentado jefe de Vigilancia Aduanera
en Cádiz, para describir los hechos ocurridos el pasado miércoles por la
tarde en la playa del poblado marinero de Bonanza, donde el estuario
del Guadalquivir empieza a convertirse en puro río, más allá de
Sanlúcar. Un numeroso grupo de personas, familias con mujeres y niños
incluidos, acorralaron y amenazaron a un agente de Vigilancia, de los
conocidos como 'observadores', cuando este había bajado a hacerse cargo
de un alijo de hachís, y se llevaron todo el cargamento, entre 70 y 80
fardos, unos 2.000 kilos de droga.
Los hechos ocurrieron a eso de las ocho de la tarde. Un helicóptero del
Servicio estaba haciendo un seguimiento de una lancha sospechosa que
estaba transbordando bultos a otra más pequeña en la zona, y observó que
salía gente de la playa a hacer el alijo. Al posarse el aparato, los
narcotraficantes salieron huyendo. El observador saltó a tierra para
hacerse cargo de la droga mientras se daba aviso al personal de
Vigilancia Aduanera de la zona para que acudieran, así como a la Guardia
Civil.
Enseguida, el agente en tierra vio que empezó a llegar mucha gente de la
barriada con intención de apropiarse de los fardos de hachís. En
principio, eran unas cincuenta personas, pero el grupo fue aumentando
hasta rondar el centenar, y entre ellos había incluso menores, de una
edad que los agentes calcularon que rondaban "los once o doce años de
edad", según las fuentes de Vigilancia Aduanera. Estas confirmaron que
hubo intentos serios de agresión al observador, que aguantó el tiempo
que pudo, haciendo incluso el ademán de echar mano a su arma. Al mismo
tiempo, de entre el grupo, algunos lanzaron piedras y otros objetos
contra el helicóptero que permanecía vigilando la zona. Desde él, se
avisó a fuerzas de la Policía Nacional, la Guardia Civil e incluso la
Policía Local para que acudieran en auxilio de los agentes.
Ante el cariz que estaban tomando los hechos, los pilotos rescataron al
observador "que corrió serio peligro", y juntos despegaron incluso con
las puertas del aparato abiertas, ante la amenaza de que sufriera una
avería seria por los ataques. El helicóptero tomó de nuevo tierra a unos
400 metros de allí y enseguida volvieron para intentar al menos acosar
con vuelo rasante a los vecinos que se estaban apoderando del hachís.
Entonces se repitieron las escenas de insultos y ataques en los que
participaron todos los presentes. Villalba describía ayer esta escena
como un "maremágnum de gente que llenaron la playa". "Al parecer, habían
bajado familias enteras", concluyó.
Después de eso, al poco tiempo llegaron los refuerzos pedidos, pero la
droga ya había desaparecido. Agentes de la Policía Nacional que
rastrearon la zona detuvieron a un hombre que estaba en posesión de un
fardo. Pero eso fue todo. "Lo mejor fue que no hubo que lamentar daños
ni personales ni en los medios aéreos", dijo ayer Villalba, quien se
mostró convencido de que la retirada fue la mejor decisión ("realmente
temimos por la vida del observador"), y no era aconsejable enfrentarse a
una multitud en la que había niños. "Allí cogió fardos todo el mundo",
dice Villalba. "No sé cómo calificar esto. Supongo que la gente está muy
desesperada. Hemos vivido hechos de la misma naturaleza, pero ni
siquiera remotamente parecidos, hace años, por ejemplo, en el Campo de
Gibraltar. Era por asuntos de contrabando de tabaco, y había barriadas
en las que no se podía casi entrar".
Lo peor eran los significativos comentarios que algunos agentes oían al
día siguiente en su trabajo de investigación por la zona de Bonanza:
"Este año seguro que tengo para los reyes de mi niño".
Fuente: Diario de Cádiz
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